dilluns, 26 de desembre del 2011

EL REIS VENEN D'ORIENT, article i fotos fa 9 anys, quan vaig anar a Bagdad

Torre de Samarra, 1 de gener de 2003


Ara fa 9 anys, just abans de marxar deu dies a l'Iraq vaig escriure aquest article pel País, que sortiria publicat el dia 31 de desembre. L'article no parla del conflicte de l'Iraq, sinó que tracta dels mercats o zocos àrabs. Comento que moltes de les fires de Nadal, evoquen el zoco o mercat àrab al carrer "porque todavía hay sensaciones como el paseo y la compra en plena calle que la calefacción de los grandes almacenes no puede suplir, sea porque en nuestra memoria perdida añoramos ese mercado medieval alrededor del cual crecieron las ciudades, sea porque nuestro subconsciente busca la magia de ese bazar oriental, porque es de Oriente de donde vienen los Reyes."
Aquells dies a l'Iraq, dos mesos abans d'una guerra anunciada, vaig ser i fotografiar alguns d'aquests llocs mítics de l'Orient on segons la llegenda provenen el Reis. Poso aquí, amb l'article, algunes fotos de la mesquita xiïta d'Or de Bagdad (Khadimiya), de la torre de Samarra abasida, en la que ens recorda la bíblica Torre de Babel, del port de Bàssora, punt de sortida dels viatges de Simbad el Marí, segons conten les Mil i Una Nits, i una al costat d'una gran foto de qui es creia la reencarnació de Nabucodonosor i Saladí 

(A dalt foto de la torre de Samarra amb minaret d'espiral  que va inspirar al pintor Pieter Brueghel pel seu quadre sobre la Torre de Babel y Babylon)

TRIBUNA: XAVIER RIUS SANT 

Leer artículo en El País 

Zocos de diciembre y enero

XAVIER RIUS SANT 31/12/2002
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Barcelona carece de un mercado callejero como el Rastro de Madrid, sucesor del mercado medieval o del zoco árabe, al que se acude, no sólo para comprar un objeto o producto concreto, sino también por el placer de merodear, buscar, comparar, preguntar, regatear, charlar y, con compra o sin ella, tomarse una caña observando la variopinta procesión humana, siempre distinta, que nunca se detiene. Los supermercados y las grandes superficies han desplazado a un segundo o tercer nivel a los mercados municipales de alimentos, con sus comercios y bares de las calles contiguas y a los mercadillos de un día a la semana tan frecuentes todavía en determinados barrios del area metropolitana, no precisamente céntricos, y en muchos municipios en los que pervive como sucesor del mercado rural.

En lugares como Vic todavía pervive la sensación que el pulso a la ciudad se toma en el mercado de la plaza Major, que alcanza su apogeo en el Mercat de Rams, en vísperas de Semana Santa, o en Molins de Rei, con la Fira de la Candelera. Los Encantes de la plaza de las Glòries, ahora pendientes de un posible traslado, por más que lo intentaron en diversos momentos de su historia, jamás se acercaron a la categoría del Rastro madrileño y, equivocadamente o no, muchos barceloneses lo consideraban como un lugar donde encontrar gangas o productos de segunda mano, pero no siempre de la calidad deseada. El eterno "corre que te pillo" de vendedores top manta y guardias urbanos en los alredores de las Glòries no ha ayudado precisamente a mejorar la imagen de los Encantes.
Las eternas obras de reforma del mercado de Santa Caterina, junto a la catedral, significaron la estocada final a una de las pocas zonas que rememoraba ese zoco que siempre visitamos con ilusión al llegar a cualquier ciudad árabe u oriental, un barrio de callejuelas y casas viejas, pero lleno de aromas, colores y griterío. La Boqueria sí que conserva esa magia, pero carece de un entorno donde adquirir productos no alimenticios.
El Mercado de Sant Antoni es por partida doble, tal vez, el único mercado que nos puede transportar al antiguo zoco o bazar. Fruta, verdura, carne y pescado en su interior, ropa en la carpa que lo rodea, tenderetes en las calles del entorno y el abarrotado mercado de libros y revistas de los domingos que transforma el entorno, donde todavía se puede regatear. Su vestirse unos días para puestos de ropa, quedar desnudo con sus columnas metálicas otros, para acabar convertido los domingos con otra indumentaria en mercado de libros y revistas, le otorga una magia que lo diferencia del resto de mercados barceloneses. Estos días, a quienes nos gusta pasear sin prisa ni objetivo entre tenderetes podemos disfrutar de los mercados y ferias navideñas que reproducen la estructura del bazar tradicional. Ya pasó Santa Llúcia en la catedral, con sus puestos navideños y sus artesanos que emula perfectamente ese mercado medieval desaparecido. Pero es la feria de Reyes de la Gran Via, con sus puestos de artesanos a uno y otro lado abiertos hasta altas horas de la noche, el lugar idóneo para perdernos quienes amamos el placer de pasear observando artesanía de todo tipo, aunque no pretendamos comprar nada concreto.
Es un mercado que ninguna gran superficie comercial hace peligrar, sea porque todavía hay sensaciones como el paseo y la compra en plena calle que la calefacción de los grandes almacenes no puede suplir, sea porque en nuestra memoria perdida añoramos ese mercado medieval alrededor del cual crecieron las ciudades, sea porque nuestro subconsciente busca la magia de ese bazar oriental, porque es de Oriente de donde vienen los Reyes.

Mesquita xiïta amb cùpules d'or de Kadimiya, Bagdad, on hi ha les restes de dos dels 11 immams desl xiïtes

Ports de Bàssora, aquí segons les Mil i Una Nits, s'iniciaven els viatges de Simbad

Saddam present a tots els carrers de Bagdad. Jo feia per l'AVUI de cronista dels últims dies d'un món que s'acabava

Mesquita d'Or de Bagdad

Universitat del temps del Abasides, quan Bagdad era el centre polític i cultural d'un Món que anava d'Àsia a l'Atlàntic

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